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Think Small

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Quizá hoy pueda parecer un estilo publicitario rutinario, incluso cansino, pero cuando en 1959  la agencia Doyle Dane Bernbach (DDB)  publicó  para Volkswagen  la campaña Think Small , revolucionó el mundo de la comunicación. Hasta ese día, los anuncios eran barrocos y con escasa sutileza intelectual. Los creativos de la DDB decidieron arriesgar y presentar el recién estrenado  Beetle apelando a la ironía y el minimalismo. El resto es historia. Hoy, ningún anuncio apela a otro macguffin que las viejas  pulsiones humanas, y lo hace recurriendo a estrategias conductistas que nos convierten sin apenas notarlo en sumisos perros de Pavlov . Simple, pequeño y fácil de estacionar. ¿Cómo no amarlo? La clave del éxito publicitario está en establecer una conexión invisible con el potencial consumidor basada en emociones primarias.  Cuando pensamos en necesidades primarias, al segundo se nos vienen a la mente respirar, beber, comer... Pero los artistas d el...

¡Silla, mala!

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Decía Freud que nuestros ancestros eran muy listos. Cuando algo no les iba bien, cuando una desgracia aquejaba a la tribu, una cosecha se iba al traste o una epidemia se zampaba de un bocado a sus vecinos, le echaban la culpa al dios de turno, declarándolo incompetente. Con la llegada del monoteísmo, la responsabilidad ajena se convirtió en culpa propia, en remordimiento. En vez de echar pestes contra dioses y humanos, la gente empezó a creer que eran ellos mismos culpables del infortunio, ya sea por su ligereza moral o porque la vida era así, un mal de lágrimas que hay que asumir con resignación y humildad, anestesiando la tristeza con plegarias a un dios invisible e indolente. No sé bien dónde oí esta anécdota ni si responde a la realidad o es fruto de mi traviesa imaginación, pero la comparto porque viene a cuento. Un niño pequeño se tropieza con una silla y se hace daño. La madre, al ver el incidente y para aliviar el incontenible mar de lágrimas del chaval, se acerca a la silla, ...

Platón y el caso Errejón

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¿Puede ser un mal político alguien que tiene una conducta moral intachable? ¿Y viceversa? El caso Errejón , nada nuevo bajo el sol de la política, abre un interesante debate filosófico, tan antiguo como la vida misma. Para el viejo Platón , no basta con ser un político técnicamente solvente, tener unos estudios que acrediten tu capacidad y saberse desenvolver con astucia e ingenio en el mar embravecido de la política del día a día. Esto bastaba para los sofistas , quienes veían en el ejercicio de la política un delicado equilibrio, donde importa más lo que parece que lo que piensas. Política real, pragmática. Platón veía en esa actitud un engaño imperdonable. La política debe ser éticamente intachable. El gobernante debe conocer y aplicar valores esenciales para ejercer con sabiduría su profesión. Los sofistas interpretarían el caso Errejón como un mero ardid político de apariencias para evitar el desgaste propio y provocar el ajeno. Importa la imagen mediática, el efecto que producen...